6.19.2008

UNA CARTA DE AMOR

CARTA A IDA. LA QUE SE FUE. LA QUE SE HA IDO

Querida Ida:
Te escribo esta carta para que sepas que tal nos va desde que lo dejamos. Por mi parte, después de sentirme como un imbécil profesional, gracias a tu inestimable colaboración (que nunca sabré cómo compensar. Guárdate las ideas) he decidido seguir escalando, guiado por ese instinto que me acompaña, y alcanzar las cumbres de la idiotez. Sabes que siempre he tenido inquietudes.
Al pequeño “mus” le ha gustado mucho la camita que le compraste, hace semanas que no se mueve de ella. Te manda saludos con cierta indolencia. A “Tinin” no lo he visto desde hace diez días. La última vez rondaba la ventana, a mi me pareció sólo un intento de llamar la atención, pero… la verdad, hace días que sube del patio de luz un hedor que cualquier forense calificaría, cuanto menos, de sospechoso. ¡Y sin seguro de vida! Vaya palo.
Con respecto a esas botas que me dijiste te enviara. No he conseguido encontrarlas; ni yo, ni los dos perros especialistas en la búsqueda de restos humanos que mi amigo Luis, el bombero, trajo a casa el pasado domingo. Mal cuerpo se les quedó.
El armario empotrado se marchó, no soportaba a la máquina tragaperras que coloqué para llenar el hueco que tú dejaste en él. Las pelusas, ¡Ay, las pelusas! No las reconocerías, han mutado y tienen sentimientos (sí, aquello que te mostré y que tu decías que era un truco de magia), las pobres… Dicen que te echan de menos. Van arrastrándose por el suelo todo el día (y toda la noche, supongo). Crecen a pasos agigantados y, mientras crecen, también lo hace su pesar (es lo normal). Hasta los cadáveres de las cucarachas han resucitado por la impresión de verlas, y claman por tu vuelta con voz de hombre menguante.
De los libros caen palabras rotas por la tris_eza, la _ena y la an_ustia que tu ausencia ha provocado. Notan la falta, sin duda, de esa sensación de que iban a ser tocados por ti y que nunca llegaba. Y es que... lo anhelado es, muchas veces, más importante que lo conseguido.
Algunas personas se alegran de que lo hayamos dejado, una de ellas está aquí, conmigo, en la cama. Pobrecita, dentro de muy poco lo comenzará a lamentar. Ya sabes, esa habilidad innata que tengo para joder la vida, para truncar esperanzas o destruir ilusiones. Me sale sola, sin esfuerzo, fluye. Aunque he decidido que, de ahora en adelante, se han acabado las tonterías, voy a dedicar esta habilidad únicamente a mí mismo, quiero alcanzar cotas de sutileza en “joder mi propia vida” que son imposibles de conseguir si no lo hago a tiempo completo. Full time, como un profesional.
Las luces encendidas, los platos sin fregar y el montón de la ropa sucia ,aún más que el de la limpia (ves como el tamaño si que importa) echan en falta un poco de atención, alguien que se fije en ellos. El desdén puede ser mucho peor que la más corrosiva de las críticas. Te mandan también saludos entre descargas, llantos, olores y arrugas.
Mi “caja de los recuerdos”, la de color negro sobre la estantería del ikea, te da las gracias por tu foto. El hueco que has dejado no va a ser fácil de llenar, ni una máquina tragaperras, ni una de tabaco, quizás un ascensor, o… mejor instalo una escombrera y que la gente deposite su escoria para poder llenarlo. Tal es su magnitud.
Por lo demás, ya ves que nada está en su sitio, como siempre, o como nunca, qué se yo.
Un beso o dos o tres para que la niña se duerma bien.

5 comentarios:

  1. VAYA CON LOS HUECOS, SI ESTO ES TUYO ESCRIBE MÁS.

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  2. si esta historia es real, no quisiera estar en tu piel... pero cala hondo

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  3. La historia es tan irreal como la vida misma y, no se si me conoces (yo a ti no), para caber en mi piel...si cupieras, no me gustaría estar en tu piel. Je je je. Un abrazo

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  4. que pena, si en vez de joder tu vida te hubieses propuesto ser feliz, estoy segura de que tambien lo hubieses conseguido.
    un abrazo.

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  5. Vaya, alguien que se cree en el derecho a opinar sobre mi vida a partir de un relato de ficción. Eres muy amable, gracias por darme esas pistas inequívocas de las que sin duda haré caso omiso. Lo siento, pero no estoy interesado en la felicidad. Pero por lo que veo tú sí, pues te da pena. Creo que en realidad hablas de ti. Yo no voy a ser tan osado y no te daré pistas sobre algo que desconozco.
    Suerte en tu búsqueda. Anónima.

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