6.18.2008

LA RATA

LA RATA

En el estéril útero de la vieja, germina
la semilla que tú fuiste, gélida y sensible niña,
para no llegar a nada.

Caen cristales.
Una tarde más en esta primavera que,
con sus gotas de vidrio, destruye
ilusiones como de un dios se tratara.

Y en eterno retorno sonríe la rata que espera
el salado sabor de tu sangre, de tu sangre
entregada a cambio de nada.

Oliendo y probando el rojo viscoso,
rasgar que la lluvia ha dejado caer.
Succionando, como succiona el niño
triste, la ubre decrépita cuyo oscuro destino
está unido al de los que la sangre alimenta.

Y los buitres que engullen, so pretexto de amar,
la pútrida carne que tu muerte concede.
Y en ciega avidez alimenta la estirpe
lo que pudo ser y no fue.

Consumido el hálito infame del
más vil de los seres en este planeta ancestral.
Lo que no fue, aquello que nutre el
deseo en tu inerte mirada.

Tu mirada testigo del vetusto ritual. Los
gusanos devoran el cadáver de lo que nunca serás,
de lo que cae entre los dedos de la mano
que indica el camino que has de seguir.

¡Tu cobardía! Lo único que ahora
puedes salvar. Lo único que ahora
te puede salvar.

Y mientras, la rata devora tu carne esperada.
Y mientras, el buitre repela tus pútridos restos
y los gusanos dejando tus huesos al aire.
Y mientras esperas que llegue tu eterno momento (bien sabes que no llegará)
El buitre, la rata, el gusano y tu carne… lo mismo seréis
Muy a tu triste, muy a tu triste pesar.

NAÚFRAGO